Para el presidente de la Federación de Almaceneros, los monopolios productores y las cadenas de supermercados y mayoristas son los que forman los precios.

Me preguntan quiénes son los dueños de la comida en la Argentina y puedo nombrarlos de memoria. Son un puñado de seis o siete monopolios. Son seis o siete empresas y empresarios quienes son los dueños de todo. ¿A qué me refiero cuando digo todo? A que no sólo está concentrada la producción de alimentos -y de todo lo que es higiene y limpieza- en muy pocas manos, sino que además hay un puñado aún más chico de intermediarios entre el productor y el consumidor. Y esa cadena perjudica a los que somos comercio de proximidad, es decir los más chicos, los que estamos en los barrios.
¿Por qué? Porque con los monopolios, que compraron la diversidad de empresas productoras que antes eran argentinas y ahora multinacionales, empezó el formato de los comercios mayoristas: pusieron un nuevo eslabón en la cadena, un nuevo intermediario: hoy hay un productor monopólico, un mayorista, nosotros y los consumidores. El 80 por ciento de la mercadería que tenemos en nuestros negocios la compramos a los mayoristas, exceptuando a las dos empresas lácteas y las dos de cervezas y gaseosas más importantes. Somos una sartén sostenida por ellos, que son los que tienen el mango. Si quieren nos venden, si quieren guardan la mercadería y especulan. Y lo hacen. Nuestros señores proveedores también son desde hace unos años nuestra competencia y lo que hacen es encarecer los productos para los consumidores.

Los comercios de proximidad junto con las cadenas de supermercados locales, los autoservicios y supermercados “chinos” somos el 70 por ciento del comercio en todo el país. Nosotros dependemos de las decisiones de los mayoristas, que actúan por interés económico, mientras las cadenas de hipermercados toman café a la mañana con los monopolios productores y deciden qué van a hacer. Ellos son primos hermanos. Y basta con ver que pasó con la Ley de góndolas: nosotros la seguimos desde el primer día y la acompañamos, porque nosotros siempre les dimos lugar a las pymes. En cambio, los monopolios productores no quieren saber nada de compartir góndolas con las pymes, que tienen mejor precio, dan trabajo a muchos argentinos y no los explotan. Sus primos los hipermercados la rechazaron. La alianza se ve en las góndolas: los monopolios producen a la marca propia del supermercado y las nuestras, las de las pymes argentinas, son segundas marcas y a veces ni están.

Yo lo pienso como un reloj de arena, donde en la parte de arriba hay un tarefero, este señor que se levanta muy temprano a la mañana y vive en el monte y lo llevan a la plantación de yerba en un colectivo. Gracias a él, esa planta vive, crece y se cosecha. Ese hombre que da su vida para que nosotros tomemos mate cobra entre 1000 y 1200 pesos por día, y se rompe las manos para hacer eso, se banca el calor y la lluvia. También arriba está el transporte, que es caro. En la parte más finita del reloj está el monopolio. Son los que pagan dos con cincuenta, la procesan y se quedan con todo. Es también donde están los mayoristas y los distribuidores, que son acopiadores de mercadería y especuladores. De ahí para abajo empieza la otra parte ancha del reloj de arena, en la que estamos nosotros y los consumidores.

Está bien que la empresa grande gane mucha plata, pero no lo puede hacer a costa de los demás. No puede aumentar su rentabilidad sacándole rentabilidad a los demás y explotando al trabajador. Ellos ponen el precio porque son los más fuertes y están monopolizados. El reparto debería ser un poco más justo. ¿Cómo puede ser que tengas las ganancias que tienen mientras que los verdaderos productores apenas pueden sobrevivir? Nuestro rubro es la comida, nosotros no podemos poner cualquier precio como puede poner alguien que vende zapatos o alhajas. Lo nuestro es el alimento y nosotros, los más chicos, además somos los que le vendemos a la gente en los barrios, que es el cliente que está con el bolsillo ajustado contando para llegar a fin de mes. Para estar a la altura de la competencia de precios, y porque además vemos esa realidad, nosotros tenemos que bajar la rentabilidad. Entonces hoy tenemos un techo del 25% de remarcación, al que hay que restarle un costo operativo del 17%.

Los políticos tienen que poner en práctica lo que siempre pregonan en sus discursos, cuando dicen que hay que fortalecer y cuidar a las pymes. Dicen eso pero después se sientan a hablar con Coto y con Carrefour. Por eso es que presentamos un proyecto y estamos esperando una audiencia con el presidente Alberto Fernández para armar un sistema de intercambio directo con los productores: “puertos secos” en todos los municipios de la provincia de Buenos Aires. Así podríamos comprarles directo a las pymes y bajar los precios. ¿Lo harán o cederán también al poder de los monopolios?

Fuente: LETRA P

 

 

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